Publicado el 11 de octubre de 2016 por Guillermo en Audiovisuales, Preservación digital
Hace tres semanas hablaba de los retos y el futuro de la preservación digital de los videojuegos. Pretendía sensibilizar sobre la necesidad de conservar a largo plazo esta parte de la cultura popular contemporánea y presentar algunas iniciativas que se están llevando a cabo para ello y los desafíos a los que se enfrentan. Ana, una lectora de este blog, se quedó con ganas de más información acerca de las técnicas de preservación digital para videojuegos que se están aplicando, así que he preparado esta entrada para responderle.
¿Qué pasos hay que seguir para poder preservar este tipo de fondos? ¿Qué tenemos que hacer los profesionales de la información para gestionar la preservación de los videojuegos? En resumen, ¿cómo se preservan los videojuegos?
¿Cuáles es nuestro principal desafío a la hora de preservar objetos digitales? Primero, que están escritos en cartuchos, soportes ópticos (CD-ROM, DVD-ROM, etc.) o soportes magnéticos (casete, disquete, HDD, etc.) que se deterioran rápidamente. Segundo, que dependen por naturaleza de un entorno de software y hardware que se va quedando obsoleto.
Se han propuesto diversos modelos teóricos para resolver esta cuestión: unos plantean conservar los equipos antiguos en museos informáticos, otros plantean migrar los archivos electrónicos para hacerlos compatibles con la actual generación tecnológica y otros se centran en emular el entorno de software y hardware compatible con los archivos originales. La emulación, defendida por Jeff Rothenberg en su famoso texto Avoiding technological quicksand: Finding a viable technical foundation for digital preservation, es el modelo más seguido por los diferentes proyectos de preservación de videojuegos.
La propuesta de Rothenberg cuenta con las siguientes etapas:
Rothenberg insiste mucho en describir adecuadamente el documento digital, algo que han destacado también expertos como Henry Lowood. Además de capturar el videojuego y emular el entorno de hardware y software, hay que describir ambos para que el usuario pueda recuperar la información.
Aunque el modelo de Rothenberg contiene los pasos fundamentales que se siguen habitualmente para preservar un videojuego, no fue diseñado especialmente para este tipo de contenidos digitales. Conforme a este marco teórico y lo que vemos en proyectos como Internet Arcade, una estrategia típica de preservación digital de videojuegos basada en la emulación tendría los siguientes pasos:
Desarrollar un emulador es un procedimiento informático muy complejo que requiere conocimientos avanzados de programación e ingeniería inversa. Yo no los tengo a día de hoy y doy por hecho que tú tampoco si estás leyendo esta entrada. Sin embargo, ya existen emuladores para muchas videoconsolas, que puedes consultar en esta lista, y hay instituciones públicas que están colaborando entre ellas para desarrollar emuladores de código abierto.
Aunque no dudan en calificar la emulación como una “estrategia satisfactoria”, Mark Guttenbrunner, Christopher Becker y Andreas Rauber advierten de que “ni siquiera sistemas populares de las cuatro primeras generaciones están perfectamente emulados a día de hoy”.
Este modelo se enfrenta además a una legislación que en muchos casos trata igual a la preservación que a la piratería. Los profesionales dedicados a la preservación de los videojuegos necesitan que no les impidan realizar copias de videojuegos distribuidos en formatos que se han quedado obsoletos y dependen del hardware original para acceder a ellos. También deben poder desactivar libremente los mecanismos de autenticación en línea si no es posible continuar utilizando un juego adquirido de forma legal porque los servidores oficiales ya no funcionan.
No obstante, el mayor reto de este modelo es conservar de manera integral la historia de los videojuegos. No basta con preservar el software. Una parte importante de los juegos es su look and feel, es decir, la apariencia y la experiencia de juego originales. Los museos informáticos o proyectos como The Vanamo Online Game Museum del fotógrafo Evan Amos son actualmente un buen complemento a la emulación pura y dura, ya que ayudan a conservar las carcasas y los mandos originales de las máquinas recreativas y las videoconsolas, entre otros elementos.
“El contexto, el hardware físico, la TV o el ordenador que ejecuta el videojuego, el embalaje y el manual de instrucciones” son componentes que no hay que dejar de lado según Allison M. Hudgins. Añade Jason Scott que tampoco debemos olvidarnos de conservar evidencias sobre el proceso de creación del videojuego.
Espero haber resuelto la duda de Ana y, como de costumbre, os animo a compartir vuestras dudas, sugerencias o puntos de vista en la sección de comentarios.
Fotografías: Bryan Ochalla, Evan Amos y Rob Boudon.
¡Gracias Guillermo! Realmente tu post es cristalino y está todo muy bien detallado. De hecho, no sólo me ha despejado las dudas, ¡ahora me han entrado unas ganas enormes de aprender más de este tema!
Me parece un nuevo mundo por explorar y creo que abre un amplio abanico de posibilidades para los profesionales de la información.
Un último favor: continúa con tu maravillosa labor en este blog ☺
Un saludo,